Cristo de la Luz

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viernes, 17 de octubre de 2014

Dos Religiones Diferentes

Publicado el 7 de abril de 2013


En mis discusiones con neo-católicos, que son más frecuentes de lo que desearía, me encuentro con una realidad terrible. La mayoría de “católicos” de hoy en día profesan una religión distinta de la mía. Sí, una religión distinta. Suena chocante, y lo es, pero es la conclusión a la que he llegado tras varios
años de perplejidad.

Antes no podía entender como personas que se declaraban católicas podían justificar cosas que hace tan sólo 60 años todos los católicos hubieran considerado un sacrilegio. Los ejemplos son evidentes: la comunión de pie y en la mano, los sacerdotes y religiosos vestidos (o mejor dicho, disfrazados) como laicos, las guitarras y la música de la farándula en los templos, los llamados ministros extraordinarios de la comunión (que de “extraordinarios” tienen sólo el nombre, porque ahí están día tras día), la Santa Misa convertida en un circo, supuestamente para atraer a los niños, y un largo etcétera.

Pero, como cabe esperar, la división no es meramente en lo exterior, en los signos. Los signos son el reflejo de algo más profundo, de una realidad interior. Por eso, debajo de su liturgia mundana y protestantizada los neo-católicos tienen una fe mundana y protestantizada. Lo he comprobado una y otra vez con mis interlocutores neo-católicos. Al tocar cuestiones de fe lo normal es que no estamos de acuerdo en muchas cosas. Igual puedo estar un 80% de acuerdo con un neo-católico en materia doctrinal, pero todo lo que no es un 100% significa que no hay unidad de fe. No me refiero a temas opinables, como el limbo de los niños o revelaciones privadas, sino a cuestiones que la Iglesia ha aclarado de manera definitiva y por tanto infalible. Si la fe católica fuera como un Seat Ibiza, y, por ejemplo, la doctrina sobre el reinado social de Jesucristo fuera el aire acondicionado opcional, un “extra” más, daría igual si algunos católicos no creyeran en esa doctrina. Sin embargo, para el católico no hay doctrina “opcional”. La fe católica es un paquete completo; son lentejas, las tomas o las dejas. La razón es que todo lo que enseña la Iglesia de manera infalible es Revelación Divina, y dudar de un sólo punto de la Revelación Divina es dudar de Dios.

Ofrezco una lista (sin orden especial) de cosas que me han dicho personas que no sólo se consideran católicas, sino que gozan de absoluta aprobación dentro de sus grupos y “movimientos”, por lo que debo pensar que pertenecen a la ortodoxia del neo-catolicismo, si es que se puede hablar de ortodoxia en una religión con una doctrina tan imprecisa e incoherente.
  • “Los dogmas han evolucionado con el tiempo y con la mentalidad de las gentes, por lo que no hay que tomárselos demasiado en serio.” – Un cura que da clases en el seminario diocesano.
  • “Lo importante no es la doctrina ni la liturgia, sino amarse unos a otros.” – Una catequista de parroquia.
  • “Un país confesionalmente católico atenta contra la libertad de sus ciudadanos.” – Un catequista kiko.
  • “Criticar otras religiones es ser un talibán. Todas las religiones merecen respeto.” – Un párroco.
  • “Tener todos los hijos que Dios te manda es una irresponsabilidad.” – Un jesuita.
  • “El rezo del Rosario es una devoción anticuada. Eso es para viejas.” – El mismo jesuita. (Sí, es una joya.)
  • “No tiene mucho sentido estar de rodillas en silencio ante una Hostia.” – Un kiko.
  • “Negarse sistemáticamente a usar métodos anticonceptivos es contraproducente, porque daña el matrimonio.” – Un cura en el confesionario hace 6 años.
  • “En el matrimonio debe haber equilibrio de poder entre los esposos. Hoy no se puede decir que debe mandar el marido.” – Catequistas que dan cursillos de preparación al matrimonio.
  • “Hacer la proposición de luchar contra tus vicios y ser cada vez mejor es propio de soberbios. Yo seré mejor cuando Dios me dé la gracia.” – Un kiko que imparte catequesis de confirmación.
Lo que quiero subrayar es que las personas que dijeron estas burradas no son católicos indiferentes que no practican su fe, sino personas comprometidas con la Iglesia; sacerdotes que lógicamente han estudiado teología y saben perfectamente lo que dicen; fieles que van a Misa todos los domingos, e incluso a diario. Podría dar los nombres y apellidos de estas personas, pero naturalmente no lo haré.
Cada una de las aseveraciones que he citado (y podía haber citado muchas más) es un error de bulto, cuando no directamente una herejía. Pero lo asombroso para mí es que ninguna de estas personas tiene problemas con sus superiores o en sus grupos eclesiales. Sólo yo tengo problemas por decir lo que pienso, por defender lo que es doctrina de la Iglesia Católica desde hace siglos. Para ellos soy yo el hereje. Yo soy el loco, el que siembra división, el soberbio. Me han llamado de todo, desde facha hasta fariseo, pasando por integrista, fanático, radical, etc. Me dicen; “¿cómo vas a tener tú razón contra el resto de la Iglesia?” Es verdad que ellos son mayoría, que los tiempos han cambiado.


El problema para los neo-católicos es que la verdad no se decide por encuestas, ni por modas. La verdad es la verdad aunque no se la crea nadie. Pensemos en la historia de Elías, el profeta que creía que toda Israel había caído en la idolatría.
Y vino a él palabra del Señor, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elias? El respondió: He sentido un vivo celo por el Señor Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto… y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado…” (1 Reyes 19:1-18).
Elías se consuela porque Dios le revela que todavía quedan 7000 israelitas que se han abstenido de prácticas idólatras. En el siglo IX, cuando vivió Elías, ¿qué porcentaje  supondría 7000 del total de israelitas? No lo sé, pero creo que sería una minoría bastante pequeña, lo que llamamos un remanente. Además, si los neo-católicos van a usar el argumento de los números, se desdicen ellos mismos, ya que hoy en día en España no va a la Misa dominical más de un 7% de la población total.
La razón por la que no hay manera de ponerse de acuerdo con los neo-cats, ni en materia doctrina, ni en materia litúrgica, es que tienen otra religión. Tenemos que verlos como si fueran protestantes o cismáticos ortodoxos. No son católicos, en el mismo sentido que lo somos nosotros, porque no tienen la misma fe que nosotros. Ahora lo entiendo, y por fin he salido de mi perplejidad. ¿Y qué hacemos los católicos (los de verdad) por los que no tienen la dicha de ser católicos? Rezamos por su conversión, para que conozcan la Verdad y se salven. Eso precisamente es lo que hay que hacer por los neo-católicos.

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